El pelo muy corto, zahíno, las espaldas anchas apoyadas sobre el ladrillo de la antigua carbonera, ahora espacio de desayuno. Toma el recipiente con una mano y come de él en lugar de dejarlo sobre la mesa, está girado mirando al pasillo en lugar de ocupar el ángulo correcto, el que le hace quedar cara a cara con su mujer. Mira hacie el suelo, pero al tiempo parece calcular un riesgo, parece vigilar de reojo un peligro probable. "La piña está dulce", dice la esposa como si supiera que con eso lo rescata de todos los peligros del mar y la tierra. ¿Adonde dijiste que iremos? Al Prado, iremos todos al Prado.

El pelo muy corto, zahíno, las espaldas anchas apoyadas sobre el ladrillo de la antigua carbonera, ahora espacio de desayuno. Toma el recipiente con una mano y come de él en lugar de dejarlo sobre la mesa, está girado mirando al pasillo en lugar de ocupar el ángulo correcto, el que le hace quedar cara a cara con su mujer. Mira hacie el suelo, pero al tiempo parece calcular un riesgo, parece vigilar de reojo un peligro probable. "La piña está dulce", dice la esposa como si supiera que con eso lo rescata de todos los peligros del mar y la tierra. ¿Adonde dijiste que iremos? Al Prado, iremos todos al Prado.